Los acordes de una dulce melodía retumban en tu cabeza.
Sonríes por inercia. La voz de Amy Winehouse te trasporta a otros lugares en
los que todo es más fácil y sencillo. “We only say goodbye with words”, dicta
la canción. Y no podrías estar más de acuerdo.
Nunca te gustaron las despedidas, los cambios, lo nuevo, lo
que está por llegar. Porque es más cómodo permanecer en tu sitio sin que nada
altere ese orden en el que estás sumida.
Una lágrima comienza a brotar por tu mejilla. Y llega hasta
tus labios. Salada. Amarga. Y duele. Claro que te duele.
Estar estancada en tu rutina es lo único que te mantiene un
poco cuerda. Porque después de tantas vueltas e idas y venidas… Estás cansada.
Agotada. Mentalmente hablando. Tu cabeza siempre fue más creativa de lo que te
gustaba admitir.
Antes te encantaba cerrar los ojos y soñar. Trasladarte a
mundos de ensueño y al país de nunca jamás. Donde tus deseos se hacían realidad.
Y donde la tristeza no tenía lugar.
Pero algo en ti cambió.
Tu corazón enfermó. Y tu mente también.
Y, desde entonces, tienes miedo de cerrar los ojos. Porque
no sabes hasta dónde te puede llevar tu imaginación. Y te asusta. Te da un
miedo que te cagas no tenerlo todo bajo control, no saber qué va a pasar.
Por eso prefieres vivir en tu zona de confort. Donde sabes
que todo funciona, aunque mal.
Pero,
no te das cuenta de que no haces más que consumirte y
quedarte cada vez más estancada en una espiral dañina. Donde das más
vueltas que una montaña rusa, y tus emociones te terminan por controlar.
Pero no sé qué es peor. Que no seas consciente del daño que te
haces, o que no quieras darte cuenta a propósito. Que son cosas totalmente diferentes. Porque
no es lo mismo vivir infeliz sin ser consciente de ello. Que querer estar
sumida en el más oscuro y profundo pozo sin luz; donde, a simple vista no hay
salida, a no ser que pidas ayuda.
Y es que, al contrario de lo que tú piensas. Pedir ayuda no
te hace más débil. Al contrario. Pedir ayuda significa que eres lo
suficientemente valiente como para admitir que algo va mal y que quieres
cambiarlo.
Así que, si. Pide ayuda, y puede que sea la mejor decisión que tomes en toda tu vida.